¿TENER O NO TENER UN SOCIO DE NEGOCIO? ESA ES LA CUESTIÓN
Empecé mi negocio en el 2009, llena de expectativas y de ganas de triunfar. Mi primer socio fue mi novio de ese entonces (error fatal) y la experiencia no fue nada agradable, pues nunca logró separar las situaciones personales de las laborales y muchas veces abandonaba los proyectos haciendo quedar la empresa mal ante los clientes. Luego de una larga y tediosa relación, corté tanto laboral como personalmente con él y empecé una nueva etapa, llena de buenos proyectos, buen dinero, muchos viajes y experiencias inolvidables.
Luego llegó un nuevo socio a mi vida, me sentía feliz pues había “feeling” entre los dos. Las decisiones que tomábamos eran en común acuerdo y eso se veía reflejado en los resultados de cada proyecto. Incluso, llegué a pensar que sería de esas sociedades duraderas, ¡pero oh! sorpresa, consiguió novia y no logró soportar el duro camino del emprendimiento a pesar de jurar y re jurar tiempo atrás que jamás se emplearía de nuevo. Hoy en día, miro la situación y lo entiendo, pues es muy difícil andar sin un peso en el bolsillo (vaciado), como muchas veces los emprendedores solemos estar en esos meses difíciles y con una novia empleada que recibe sueldo mes a mes; pero no me mal entiendan, no lo digo de manera despectiva, es que una persona que trabaja para una empresa que no es propia, jamás comprenderá a un emprendedor, o quizás lo intentará, pero al final pensará que: no le dedica el tiempo suficiente, le sugerirá que se consiga un trabajo de medio tiempo, se aburrirá de la inestabilidad monetaria, entre otras cuantas cosas que se viven al emprender.
Así que nuevamente fui víctima de una “tusa/despecho” laboral, pues este socio en quien confié por casi 3 años, de un momento a otro abandonó todo, dejándome con un proyecto a medio hacer y con un cliente amenazando con aplicar una cláusula de incumplimiento si no entregábamos en la fecha acordada.
Afortunadamente, un tiempo atrás contacté a un excelente amigo y profesional, quien tuvo que apropiarse de dicho proyecto, pues mi ex socio en su afán de conquistar a su nueva novia, armó viaje sin importarle el proyecto que estaba en curso, así que mi buen amigo me salvó por primera vez. Entonces nuevamente lo contacté y para no hacer tan larga la historia, sacó el proyecto adelante y gracias a él cumplí con el cliente.
A partir de ese momento corté relación con mi ex socio y empecé una nueva sociedad. Hubo momentos difíciles, pero nos mantuvimos a flote, pues entendimos que cada uno jugaba un papel muy importante en la sociedad y para lograr el éxito debíamos mantenernos así.
En conclusión, las sociedades son como los matrimonios, si no se complementan y se apoyan constantemente entre sí, se acaban de la peor manera.